jueves, 31 de diciembre de 2015

SEGUIMOS EN GUERRA

Recientemente el observatorio de la violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras afirmó que la tasa de homicidios al cierre de este año 2015 será de 61 por cada cien mil habitantes, con un promedio de homicidios diarios de 14 personas. Dichas cifras continúan siendo alarmantes, convirtiendo a nuestro país en uno de los más violentos del área. De la misma forma informes internacionales continúan declarando a nuestro país como uno de los más corruptos, con elevados índices de impunidad y violadores de los derechos humanos.

A mediados de octubre del presente año, representantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) lamentaron la penosa decisión por parte de los representantes de Honduras de no asistir a las sesiones convocadas por este organismo internacional, en donde se tratan temas de excesiva importancia para el fortalecimiento y el respeto a los derechos humanos, dejando en evidencia por parte de los representantes de nuestro país la expresión de no asumir compromisos internacionales y por lo tanto continuar manejando el país a su entero antojo, lo que provocaría sanciones internacionales a corto, mediano y largo plazo.

En el mes de noviembre del presente año, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, publico la sentencia en la que condena al Estado Honduras por la destitución de cuatro jueces que se opusieron al golpe de estado en el año 2009, ordenando la restitución de tres de ellos, en iguales o mejores condiciones en las que se desempeñaban al momento de los hechos, ratificando de manera contundente el mal manejo de la administración pública del estado y la arbitrariedad con la que se toman decisiones desapegadas a las normativas tanto nacionales como internacionales.

De la misma forma es alarmante que en nuestro país exista más de un 70% aproximadamente de mora judicial, en donde claramente no se respeta el debido proceso judicial, violentándose garantías constitucionales, al igual que normativas internacionales, irrespetando así el sagrado principio de la inocencia hasta que se demuestre bajo los procedimientos legalmente establecidos la culpabilidad. En el presente año tuvimos casos emblemáticos de violación al debido proceso, como ser el caso de la familia Rosenthal, quienes fueron despojados de todos sus bienes y están siendo enjuiciados en los Estados Unidos de Norteamérica, caso en el que claramente quedo evidenciado el débil y violatorio sustento jurídico que regula la privación de dominio en nuestro país, determinando ilegales procedimiento que laceran las garantías mínimas del debido proceso y por lo tanto todo derecho humano inherente a las personas.

Hace unos pocos días, el Congreso Nacional de la República, aprobó el presupuesto general del ejercicio fiscal para el año 2016, por más de 206 millones de lempiras. Varios diputados de la oposición afirmaron que el 40 por ciento de dicho presupuesto estaba destinado al pago de deuda, y el otro 60 por ciento ya estaba comprometido, quedando sin recursos para la inversión. Lamentablemente las personas que toman las decisiones en nuestro país (cuando soberanamente y representativamente es una función inherente al pueblo) le siguen apostando a la guerra, a la violencia, destinados dineros inauditables a una tasa de seguridad que no ha brindado ninguna respuesta en lo absoluto, al contrario ha contribuido a la propagación de más y más violencia, despojando los recursos necesarios que deberían ser invertidos para la educación, la salud y para la creación de espacios que brinden oportunidades inclusivas para toda la población.

Todas estas cifras dejan al descubierto las malas y arbitrarias decisiones que se toman por parte de los gobernantes, quienes invierten en violencia, con mandatos dictatoriales, tomando  decisiones que solo favorecen a sus bolsillos y la de sus familias, y brindando al pueblo represión y miseria.

Hace mucho tiempo hemos vivido en guerra, una guerra no declarada abiertamente pero que si es real, en donde la gente muere día con día, se destruyen sueños y esperanzas, y se eliminan semillas de lucha; un país en donde las clases más privilegiadas tienen cada vez más, y los pobres cada vez menos, con un sistema que es blindado día con día, ley con ley, decreto tras decreto, y donde los medios de comunicación juegan como en toda guerra un papel decisivo, para limpiar las mentes, lavar cerebros y convertirnos en borregos.

Queramos o no esta es una guerra que estamos obligados a ganar, con ideas, con valentía, con fuerza, pero sobre todo con inteligencia y decisión.
Reflexionemos.

Atte,
Abog. Samuel Inestroza


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