lunes, 18 de febrero de 2019


ESTADO DÉBIL

Según el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) Honduras es uno de los país más pobres, vulnerables y desiguales de América Latina con un 67,4%[i]; de la misma forma el Instituto Universitario en Democracia, Paz y Seguridad (IUDPAS) determino que durante el primer semestre de 2018 se registraron en Honduras 3,550 muertes por lesiones de causa externa y un descenso del 2.3%, en relación al mismo periodo de tiempo de 2017[ii].

Recientemente nuestro país atravesó por uno de los procesos más ilegítimos e irregulares de su historia “Democrática” en las pasadas elecciones generales del año 2017, en donde el presidente de la República nuevamente aspiró a la presidencia, a pesar de que nuestra Constitución de la República claramente lo prohíbe, estableciendo artículos “pétreos” que aseguran precisamente la alternancia en el ejercicio de la presidencia, procedimiento que se “legalizo” a través de un Poder del Estado que declaro “Inconstitucional” el cuerpo constitucional, extremo que se aleja de toda lógica humana y jurídica; referidas irregularidades han abonado al colapso institucional y a la extrema crisis económica y social que atraviesa nuestro país, siendo esta una razón más para que la población no confíe en los “Poderes del Estado” ni en la política que representan, existiendo una generalizada inconformidad y una falta de credibilidad en la función pública.

La historia nacional se ha caracterizado por la inmensa desigualdad social a la que hemos sido sometidos los hondureños a través de los años, en donde tradicionalmente unos pocos tienen las riquezas, y las mayorías son las más desposeídas, avalados por un sistema capitalista que convierte la fuerza de trabajo en una mercancía mal pagada y mantiene en el letargo a la población a través de poderosos medios de comunicación que se encargan de “embrutecer” al pueblo.

Una de las peores enfermedades que puede tener un Estado de Derecho es precisamente la corrupción y la impunidad, razones que se convierten en los peores enemigos del desarrollo, y que llegan a matar a mas seres humanos que las propias guerras armadas. Hay que denotar que en nuestro país el “Estado de Derecho” es completamente utópico, ya que los pesos y contra pesos[iii] no existen, al prevalecer un solo poder del estado que prácticamente controla los demás, lo que evita una distribución real del poder, convirtiéndose en “autoritarismo”[iv], ya que una sola persona controla la justicia, las leyes, las finanzas, las fuerzas armadas, etc. Yo me pregunto: ¿Cómo es posible que Honduras siendo un país en extrema pobreza, priorice L. 270 millones de lempiras en armas?[v] ¿Acaso los niños hondureños comen armas? ¿Acaso no hay prioridades en salud, educación, alimentación, vivienda, seguros sociales, etc? La realidad de Honduras es tan simple como andar por la calle: niños, ancianos, mujeres, personas con discapacidad pidiendo en cada esquina, negocios cerrando por los altos cobros de impuestos, desempleo, alto costo de la vida, falta de hospitales, niños recibiendo el “pan del saber” en el suelo, salarios inhumanos, criminalización de la protesta social, gente muriendo por falta de medicinas, incumplimiento normativo (tanto nacional como internacional), presos políticos, altos funcionarios vinculados en actos de corrupción siendo absueltos, el crimen organizado apoderado de partidos políticos, iglesias, bancos y en definitiva una falta de acceso a la Justicia[vi], lo que convierte al Estado de Honduras en “inseguro” ya que la seguridad ciudadana engloba la satisfacción total por parte del Estado a favor de la ciudadanía de condiciones humanas para que éste pueda vivir plenamente. “La falta de seguridad y justicia devela una distribución poco equitativa de un “Bien Publico” que debe ser común. Cualquier ciudadano debe tener la certeza de que accede a ella independientemente de su condición. Al no cumplirse esta premisa esencial de todo “Estado Democrático” se enfrenta entonces un problema mayor, por cuanto a la falta de acceso a la justicia y la seguridad, generan un estado permanente de marginalidad inherente a la desigualdad.” [vii]

La desigualdad social en nuestro país se ve reflejada en la frágil “democracia” que existe, la cual está alejada de todo principio de participación ciudadana e inclusión política en la toma de decisiones, secuestrado por grupos de poder económicos que deciden el “como”, “cuando”, “donde” y “porque” del futuro del país. Es importante recalcar que cuando hablamos de un “Estado” tenemos que enfatizar en los elementos propios del mismo: “Territorio, Población y Poder”, denotando por ende que el “Estado” como tal, somos todos y todas y que parte de la debilidad, ilegitimidad y fracaso social atraviesa por las omisiones de las mayorías al no tener la capacidad soberana de contrarrestar los abusos y excesos de los gobernantes en el desempeño de su funciones públicas.

Se puede concluir a través de la historia de países subdesarrollados como el nuestro, que la falta de oportunidades, la pobreza, la desnutrición, el analfabetismo, la corrupción, la impunidad,  la comisión de delitos, la convulsión social, el desempleo, la falta de acceso a salud, etc. Son producto en su gran mayoría de procesos antidemocráticos, en donde prevalece la imposición, resultando imposible superar las crisis económicas y sociales bajo condiciones ilegitimas, por lo que se debe fortalecer la participación ciudadana y el involucramiento de todos los sectores sociales en los procesos representativos, para así lograr un sistema de justicia más efectivo, que ataque de una vez por todas las causas de la corrupción, la impunidad y la desigualdad, al igual que de manera preventiva, a través de la simple aplicación jurídica de principios y derechos inherentes al ser humano.

No podemos obviar que el fin suprema de la sociedad  y el Estado es y debe ser siempre el respeto a la Dignidad Humana, centro de todo desenvolvimiento jurídico/social/histórico, debiendo el Estado asumir la tarea de  crear condiciones de seguridad y armonía social que promuevan una mejor calidad de vida para cada uno de los miembros en la sociedad.

Atte,
Abog. Samuel Inestroza


[i] Informe 2018 CEPAL
[ii] Boletín Enero-Junio 2018 (IUDPAS/UNAH)
[iii] Teoría de la Distribución Social del Poder
[iv] Régimen que se basa en el sometimiento absoluto a una autoridad
[v] Informe FOSDEH
[vi] Poder utilizar las herramientas y mecanismos legales para que se reconozcan y protejan sus demás derechos.
[vii] Jorge Burgos V., Patricio Tudela P. “Seguridad ciudadana en Chile: Los desafíos de la participación y la modernización para una política pública”